Sobre muebles y sillas

Sentarse es algo natural en el ser humano. A lo largo de la historia las diferentes culturas, pueblos o civilizaciones han tenido sus propias formas de sentarse. Además cada grupo humano ha utilizado entre otras muchas costumbres, la forma de tomar asiento como diferenciador social.

La aparición de la silla constituyó a aumentar la diversidad de las diversas formas de sentarse. Así, lo que en un principio era para unos pocos, con el tiempo ha llegado a ser un elemento indispensable en cada hogar.

En la vivienda se dispone del espacio con una estructura de distribución, através del control del mismo, se dispone todas las posibilidades de relaciones reciprocas y de los papeles que desempeñan los objetos. Una estrategia de relaciones humanas, en definitiva. Cada objeto construido forma parte de ese espacio y ha sido concebido como un recipiente de interioridad.

Hoy vivimos rodeados de los mas diversos modelos de sillas, necesarias unas, convencionales e incluso hasta algunas de ellas superfluas, de forma que nuestra sociedad no puede prescindir de ellas. Observamos que en algunos casos la silla ha evolucionado, con el tiempo y se ha buscado su funcionalidad y su comodidad.

Desde el punto de vista de la historia del mueble, arte menor dependiente de la arquitectura y del ambiente social, se produce un gran avance en la época de las grandes nacionalidades y de los descubrimientos. Momento en el cual adquieren gran importancia las ciudades y en ellas la alta burguesía. Estas podían acceder a este nuevo tipo de arte. Actualmente el acceso al arte está al alcance de toda de la sociedad, al igual que el acceso a la comodidad.

Pero el mueble no sólo es objeto de necesidad, sino también de ornamento. Por lo menos así lo ha demostrado en su dilatada existencia al servicio del hombre y en ese doble aspecto, de objeto útil y de elemento decorativo, es como debemos verlo a través de los tiempos.

Es difícil imaginar al ser humano sin un mueble alrededor.


 
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